PERFILES PLÁSTICOS DEL BAILE FLAMENCO

No es nada fácil la pintura protagonizada por lo flamenco; la exuberancia del mismo, sus pasionales manifestaciones, el complejo expresionismo que encierra repele más que atrae a la mayoría de los artistas. Los ha habido, sin duda, que han dejado muestras de una realidad a la que muchos han querido llegar y muy pocos lo han conseguido y, ni siquiera han sabido dar los primeros pasos. En el recuerdo la sutileza de Luisa Triana y Vicente Escudero, flamencos y artistas plásticos a la vez, o aquel grande, Francisco Moreno Galván, que supo imponer el mejor compás a una pintura con motivos flamencos llena de poderosa dimensión artística. Y es que para ser un buen pintor de esta modalidad no sólo hay que ser un profundo hacedor de la mejor pintura, estar en posesión de un sentido artístico contundente y sin fisuras, poseer una estructura pictórica sobrada; hay que estar al tanto de los profundos postulados de un arte que no admite medias tintas, sus registros son tan contundentes que hay que saber conocerlos  y asimilarlos para, después, transmitirlos, al menos, con solvencia.

Jerez, inmerso en estas fechas, en uno de los acontecimientos más importantes del universo flamenco y, a pesar del coronavirus, con asiduos y expertos estudiosos y prácticos del baile, podría no ser plaza apetecible para exponer en estos días pintura sobre el flamenco. El conocimiento absoluto por muchísimos del tema, la conciencia general de infinidad de aficionados sobre lo que encierra, hace que no sea excesivamente fácil encontrar  artistas dispuestos a presentar pintura de este tipo en estos días en lo que todo gira a lo que ocurre en el Villamarta, en las peñas, en los tabancos o en la infinidad de sitios donde se expande, con pasión, esa realidad única llena de sentido y exuberancia.

Y Lydia Gordillo aceptó la invitación, en medio de los días grandes del Festival de Jerez, ha dejado constancia pictórica de cómo tan determinante manifestación puede llegar a ser motivo válido de un planteamiento artístico siempre que, además de fortaleza plástica, se esté en posesión de un conocimiento de la difícil esencia de lo flamenco.

Lydia Gordillo es una artista nacida en Tánger y formada en las aulas de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, además de ser alumna del pintor chileno Claudio Bravo. En ese aspecto su lenguaje artístico está bien sustentado y acondicionado en los sabios parámetros de una figuración abierta donde la realidad manifiesta sus postulados representativos de una forma expresionista, sin los sometimientos a epidérmicos perfiles de los efectismos fotográficos poco convincentes.

La exposición en los espacios de DIARIO DE JEREZ se presenta en tres partes perfectamente diferenciadas.  Una serie de pinturas protagonizadas por bailaoras en plena ejecución de su arte. En ellas la pintura pura y dura ejerce su función máxima. La artista abandona los perfiles concretos del modelo y busca los expresivos registros del baile y todas sus circunstancias. La gestualidad que provoca el ejercicio poderoso de cada instante, el pasional expresionismo de las manos; incluso, la fuerza aplastante del color de los trajes sirven de contundente ilustración a una pintura llena de fuerza cromática. El segundo momento de la muestra lo ocupa tres pequeñas piezas con las manos flamencas ejerciendo su impactante función. Por último, tres obras donde el dibujo marca toda la intención ilustrativa. Con una gran economía de medios formales, Lydia Gordillo consigue unos máximos formales aplastantes. La elegante línea dibujística perfila bellos retratos flamencos, apenas esbozados pero rigurosamente coloreados que abren los más contundentes episodios representativos.

La pintura de Lydia Gordillo deja constancia de una solvente realidad plástica. Su obra descubre a una pintora que sabe ilustrar cualquier postulado de lo real; en este caso el baile flamenco ofertándonos su más expresivo sentido. Por la pintura de la artista que reside y trabaja en Madrid transita los esquemas de la figuración, formulados desde valientes, poderosos y gestuales desarrollos que anuncian la realidad de una artista con buenos argumentos.

Bernardo Palomo

 

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